COLEGIO ALKOR

COLEGIO ALKOR
Departamento de Orientación Psicopedagógica

jueves, 19 de noviembre de 2009


PASOS PARA CONSOLIDAR UN HÁBITO DE TRABAJO EN CASA
(BLECHMAN, E.A.: Cómo resolver problemas de comportamiento en la escuela y en casa. Ed. CEAC, 1990)

¿Cuándo utilizar este procedimiento?
- Si al niño le cuesta ponerse a hacer sus deberes sin tener que recordárselo
- Si los maestros no están satisfechos con los deberes que hace en casa el alumno
- Si los niños se distraen excesivamente con la televisión, el ordenador u otros juegos

Pasos a seguir

1.- Limitar el uso de la televisión
- Reducir el número de televisores en casa
- Dejar de ver la televisión durante las comidas de la familia
- Seleccionar los programas y las horas en las que se va a ver la televisión

2.- Hacer la lectura más importante que ver la televisión
- Llevar a los niños una o dos veces por semana a la biblioteca pública
- Sacar libros tanto para los niños para los padres
- Hacer de la lectura conjunta de padres e hijos una tradición familiar

3.- Establecer una hora para hacer los deberes en casa
- Escoger la misma hora cada día desde el lunes hasta el viernes para que el niño haga los deberes o lea
- Establecer la duración de la hora de deberes en función del curso y las necesidades particulares del niño

4.- Escoger un lugar adecuado para hacer los deberes
- Buscar un lugar silencioso, cómodo y aislado
- Disponer los materiales necesarios

5.- Explicar al niño el plan previsto
- Explicarle por qué se ha tomado esta decisión
- Explicarle lo que se considerará "una buena hora" de deberes
- Explicarle las ventajas que tendrá hacer "una buena hora" de deberes

6.- Realizar alguna actividad tranquila durante la hora de deberes del niño que le sirva como modelo: leer, escribir…

7.- Recompensar al niño cuando haya tenido "una buena hora" de deberes permitiéndole ver la televisión o realizar alguna otra actividad agradable

8.- Hacer un seguimiento regular del plan para introducir los ajustes necesarios

viernes, 13 de noviembre de 2009

Ansiedad ante los exámenes


Cómo padres y cómo profesores hemos escuchado infinidad de veces a los chicos argumentar ante un fracaso en las notas que “se han quedado en blanco”, “se han bloqueado”, etc. Cuando esto ocurre, sobre todo cuando empieza a ocurrir con frecuencia en un alumno debemos preguntarnos seriamente si nos podemos encontrar ante un caso de ansiedad.

¿Qué es la ansiedad ante los exámenes?
La ansiedad ante los exámenes consiste en una serie de reacciones emocionales negativas que algunos alumnos sienten ante los exámenes.

La respuesta que produce se da en tres niveles:

a) Fisiológico: taquicardias, sudoración de manos, sequedad de boca, nauseas, mareos, inestabilidad...
b) Psicológico: dificultad en actuaciones académicas cotidianas que afectan a la comprensión de las preguntas, la organización a la hora de resolver problemas, incapacidad de evocar y recordar palabras y conceptos previamente aprendidos y bloqueo mental, es decir, “quedarse en blanco”
c) Emocional: sentimiento de indefensión e incapacidad lo que lleva a un estado de frustración que provoca la repetición del cuadro en la siguiente prueba. Se produce un aprendizaje por asociación donde queda ligada la situación de examen a ese estado de ánimo.

La ansiedad puede darse en dos momentos, puede ser “anticipatoria” si el malestar se produce previo a la prueba, es decir, al estudiar, al imaginar el examen, etc. o “situacional” si los síntomas se presentan durante el desarrollo de la prueba sin que aparentemente hayan aparecido antes.

¿Por qué se produce la ansiedad ante los exámenes?

Existen varias razones que pueden propiciar que se genere un cuadro de tipo ansioso ante un examen:

1.- Inseguridad propiciada por una mala preparación de la prueba. Este es el caso más leve y más fácil de controlar ya que, podemos comprobar si el estudio ha sido suficiente y ayudar al alumno a llevar los temas más completos. A medida que la preparación sea mayor bajará el nivel de estrés. Existen alumnos que no dominan todavía el control que deben tener sobre los contenidos a estudiar. Piensan que cómo lo han entendido todo ya lo saben y al enfrentarse a la prueba la inseguridad por la falta de estudio se hace patente.

2.- Alumnos con un excesivo nivel de exigencia familiar. En este caso debemos preguntarnos si las metas que estamos marcando son excesivamente altas. Cuando a un alumno le marcamos el listón de normalidad en niveles muy altos le estamos dando un maren exagerado de fracaso y un mínimo de éxito. Si la normalidad la situamos en una media de ochos y nueves tendríamos a un alumno con un 80-90% de posibilidades de fracaso y solo un 10-20% de éxito.

3.- Alumnos con un excesivo nivel de autoexigencia. Se trata de personalidades muy controladoras y tendentes a manifestar la ansiedad en más situaciones de la vida. Todo debe estar bajo su control y no se permiten bajar la guardia. No se permiten un fracaso porque, en su fuero interno, lo generalizan. Su razonamiento no suele ser “este examen no me ha salido tan bien como hubiera querido” sino “todo lo hago mal, jamás conseguiré éxito en esta asignatura”. El más mínimo fracaso les genera un sentimiento de indefensión.

4.- Expectativas irracionales. Determinados alumnos se enfrentan a cada prueba como si las consecuencias fueran decisivas para su vida futura. No distinguen unas situaciones de otras y a todas les dan el mismo nivel de importancia.

En la mayoría de los casos existe una experiencia previa que provoca que se dispare la ansiedad, puede haber sido la presencia del cuadro en una ocasión anterior lo que propicie que, por asociación, anticipemos que va a volver a ocurrir. Cuando esto ocurre, lo más normal es que, involuntariamente consigamos que se repitan los síntomas y poco a poco vamos desarrollando un esquema de estímulo-respuesta nada beneficioso, es decir, aprendemos a responder con ese cuadro de conducta a la situación de examen.

Dado que estamos hablando de un aprendizaje, un patrón que hemos aprendido y se repite podemos efectuar ejercicios de desaprendizaje. Intentar asociar la situación a unos patrones de respuesta más favorables.

¿Qué puedes hacer para reducir la ansiedad?

Existen algunas técnicas y procedimientos para minimizar los efectos de la ansiedad. Se pueden clasificar según el momento en que es conveniente adoptarlos:

Antes del examen, días previos:
- Planificación: es fundamental la preparación del examen con días suficientes para poder racionar el estudio. Es mejor poco diario pero bien asumido que el “atracón” final.
- La fabricación de esquemas en el estudio diario proporciona seguridad porque obliga a entender e internalizar la información.
- En las asignaturas que impliquen desarrollar ejercicios (matemáticas, sintaxis) es imprescindible la práctica diaria.
- Un “truco” que ayuda bastante es jugar con la fecha del examen. Organizar siempre el estudio anticipando un día la fecha del examen. Si el examen es el día 4 lo prepararemos para el día 3. De esta manera dejamos margen para imprevistos y evitamos el estado de tensión del día antes.
- Realizar autoexámenes como método de repaso. “Si yo fuera el profesor qué preguntaría”. El autoexamen debemos contestarlo y comprobar los posibles fallos de contenidos, expresión, etc.

Día anterior al examen:
- Evitar el agotamiento. Si se ha seguido una buena planificación el cansancio no debe aparecer.
- El estudio hasta última hora, es decir, el irse a la cama con los apuntes no es beneficioso ya que genera tensión. Es mejor el día antes acostarse con una buena novela para conseguir un sueño relajado, lo que será de gran ayuda para el estado físico del día siguiente.
- Si aparecen sentimientos negativos anticipatorios se debe intentar racionalizar, es decir. Plantear el pensamiento negativo “voy a suspender seguro” y, como si se tratara de un juicio, escribir en una hoja los argumentos que apoyan esa idea y los que la echan por tierra. Se trata de autodemostrarnos la falsedad de ese pensamiento desde la razón.
- Date un baño o una ducha caliente antes de acostarte para dormir más relajado.

Día “D” a la hora “H”:
- Evitar el repaso en la puerta (siempre y cuando llevemos el tema bien aprendido) y los comentarios con los compañeros tipo “¿has mirado el punto 3?, ¿entraba el apartado B?”
- Sentarnos al examen y practicar ejercicios de respiración:
1. Respira hondo por la nariz.
2. Llena bien los pulmones de aire.
3. Deja salir el aire lentamente.
- Leer primero todas las preguntas. Escoger primero las más fáciles o aquellas que dominemos más. De esta manera ya vamos asegurando respuestas y además subirá nuestro estado de ánimo y nuestra seguridad.
- Hacer un pequeño guión (mentalmente o en hoja aparte si se permite) sobre cómo vamos a contestar.
- Evitar los comentarios a la salida sobre las respuestas correctas. A veces se puede producir ansiedad pasada la prueba por pensar que nuestras respuestas han sido incorrectas.